la regularidad de una acción, prefijada al principio a través de unos parámetros concretos (deseos, anhelos, expectativas...) se convierte con el tiempo en costumbre (aún hasta cierto punto forzada por la promesa inicial, por el temor a interrumpir o a incumplir lo marcado inicialmente), pero cuando de la costumbre se llega al ritual el popósito inicial queda justificado
esto es lo que ocurre desde el 1 de mayo, y el ritual es placentero, es un fin en sí mismo, hasta ese temor (a veces) al equivalente cibernético del manido folio en blanco, hasta eso, es parte del ritual de cada noche
y ahora a dormir
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