...la tarde es espléndida, con un próximo atardecer que promete ricos y emotivos colores, la mañana ha sido radiante, una jornada de esa primavera que llama, impaciente, al verano.
Estas y otras cosas son las que cuentan, pero no las que dependen de esa ceremonia viciada y anquilosada que nos señalan esos acampados que nos están diciendo que el rey está desnudo, que es así de sencillo, y pobre del que no quiera verlo.
La tranquilidad interior, la aceptación de las reglas del juego de la vida, están por encima de estos otros juegos.
La noche será estrellada y serena, ataráxica, y mañana, con el nuevo día, llegará esa soberbia ilusión de lo nuevo, de lo por hacer.
(En el fondo los días son iguales unos a otros)
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