y hay poco que decir, solo que vengo observando que esta ciudad está llena de gatos. ¿Será que traman algo? Escuálidos, huidizos, adaptados a un medio hostil, nada acomodaticios. Se pasean por los restos de murallas y por los balcones y cornisas. Arquean sus lomos y se estiran al paso de los turistas. Quizá son los dueños verdaderos del lugar, ya lo eran con los romanos, solo que no lo quieren demostrar. Son demasiado suyos, y no tienen, desde luego, esa clase de estúpido orgullo.
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