Han arreglado la iluminación de la calle. Durante un tiempo la oscuridad era oscuridad. Caía la noche y durante unas horas era como si todo volviera a su origen. Imponía un poco: la falta de luz artificial hacía que el silencio fuera más profundo, que nos acercáramos a lo esencial.
Ese inútil combate de las farolas intentando neutralizar a la poderosa noche.
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