viernes, 24 de junio de 2011

caeré rendido en quince minutos, veinte todo lo más, y soñaré con paisajes amables

basta con desplazarse treinta o cuarenta decenas de quilómetros para comprobar que, pese a los denodados esfuerzos de la televisión y las marcas y la cultura actual que todo lo achata y lo iguala y lo acomoda a los gustos de la gran masa, los lugares son distintos. A veces es difícil saber de dónde vienen esas diferencias (las suyas, o las nuestras, según sea el punto de vista): las casas, las costumbres, los modos y maneras de estar y vivir...
en esa diversidad uno puede respirar a fondo y contemplarse en otros ojos
todo va bien si te acomodas con facilidad, si te sientes bien caminando por esa senda distinta a la habitual
viajar es mucho más que desplazarse, es, sobre todo, ejercitar la mente

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