anoche, desde un semiexilio internáutico intenté escribir la correspondiente entrada con un dispositivo, y una conexión, distintos a los habituales y ahora, cuando horas después vuelvo a la civilización electrónica veo que mi entrada no está, ni siquiera en ese limbo o cuarentena donde los señores de Google y su sucursal Blogger ponen las entradas que no acaban de publicarse.
Mis palabras se han perdido, pues, en el ciberespacio o en algún lugar, o no-lugar aún más terrible. Pero aún recuerdo que precisamente iba de eso, de los lugares, de ese lugar múltiple y discontinuo donde uno está, o donde es estado: los lugares que habitan en nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario