domingo, 17 de julio de 2011

Fenómeno curioso

La inmersión en el agua, insistente en un día como hoy me ha dejado como secuela un incómodo taponamiento en los oídos. Lo soporto estoicamente, durará horas o días en los que tendré que resistirme a esos peligrosos bastoncillos, esperando que se desvanezca esa película acuosa que parece poner sordina a las conversaciones a mi alrededor, tener que pedir que se suba el volumen, etc. Y sin embargo, aquí donde estoy (no estando tan cerca) hoy oigo perfectamente el mar. ¿Ha tenido la amabilidad de subir también el volumen, o es pura afinidad, un mar que reconoce a otro mar que agita sus aguas en mis oídos?
La ventaja de no ser hombre de ciencias es que se puede fantasear sobre estas cosas.
El mar, siempre.

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