Justo cuando me hacía el ánimo de recalar aquí para testimoniar el día que se va,
respirando a la intemperie de esta terraza
mientras intentaba acercarme al misterio entre dos instantes, el llegado y el por llegar,
la luz eléctrica de las farolas se ha ido
Y el barrio, entre sus sombras y sus perfiles, parece ahora otro.
más grave, más cercano a la época en que nada había en él excepto el silencio.
Ojalá no vuelva nunca la electricidad a esas farolas
Que sean solo inútiles árboles metálicos sin sentido
Cuando todas las luces se apaguen tal vez podremos ver algo
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