domingo, 12 de abril de 2015

To Mr. Darrell, wherever he may be

Confieso que lo de Darrell lo copié de algo que venía en un camión, el nombre de una empresa de lo que sea, no sé qué Darrell, y que luego, como había que poner un nombre ( y no iba a poner un John, o un Peter, y Mortimer o Algernon hubiera sonado británico)  le puse Lester.
Lo de la W. no me pregunten por qué. 
Lester W. Darrell, sí señor. Qué orgullo el mío al tener finalmente ese nombre consistente, uno puede esperar grandes cosas de un nombre como ese: un experto en jazz, un tipo con éxito con las mujeres, buenos amigos en Nashville, habilidad invirtiendo en blue chips, horas y horas surfeando en la bahía de San Francisco, una suscripción heredadada a The New Yorker, qué se yo. 
¿Y ahora me dicen que existe usted, que no es una invención? ¿Quién de todos estos es? Dígamelo, por favor. ¡Yo no lo imaginé así!

Póngase en contacto conmigo, por favor, se lo exijo. Y cuénteme qué decía su tía Maggie sobre mi tío Rafa.
¿Fue un buen inquilino, allá en Brooklyn? ¿Le contó alguno de los secretos de la familia? ¿Vio el futuro, su bienamada tía, y supo que décadas después yo crearía este EL COLECCIONISTA DE DÍAS donde Ud. y yo nos conoceríamos?

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