Hoy, mientras otras ocupaciones, bastante aburridas y poco productivas, me retenían, y no teniendo nada más a mano, he puesto mi cerebro a trabajar duramente, combinando letras, escribiendo palabras absurdas que leía del derecho y del revés hasta dar con esta frase estúpida, y aunque algo surrealista, con sentido, como desgajada de un diálogo imposible (que cada cual imagine el resto de la escena):
-Atila, sal a la salita.
No es el mejor palíndromo del mundo pero proclamo que no está inventado antes de mí y mucho mejor que el que inventé hace bastantes años, que lo fastidiaba una mísera hache:
(H) Ércules allá se lucre.
Buenas noches, don Augusto: le debo a usted el descubrimiento de la magia de estos arpegios del lenguaje.
Reciba usted, en su eternidad, este sencillo homenaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario